¿Qué dirá la radiografía?
Es una semana importante para Joey y su familia
Rebecca está nerviosa, y es entendible.
En menos de una semana, deberá recorrer 47 kilómetros desde su casa de St. Peters, Missouri, hasta los Hospitales Shriners para Niños de St. Louis para hacerle un control anual a su hijo de 13 años, Joey. Joey dejará a su mamá en la sala de espera y un técnico en radiología le hará, una vez más, una radiografía a su pierna izquierda.
Y luego... a esperar.
“Siempre es una situación de ansiedad porque nunca sabemos qué mostrará la radiografía y cómo afectará nuestro futuro ese resultado”, dice Rebecca.
El hecho de que hoy pueda hacérsele una radiografía a la pierna izquierda de Joey es testimonio de la atención que ha recibido en el Hospital Shriners de St. Louis desde que tenía 7 meses.
“Debería amputársela”
Era una tranquila mañana de sábado en familia cuando Joey, que en ese momento tenía 6 meses, se puso de pie sujetándose de una mesa. Rebecca lo sostuvo de las caderas para que no perdiera el equilibrio.
Y acto seguido cayó gritando de dolor. Rebecca y su esposo, Kevin, revisaron a su hijo.
“Cada vez que nos acercábamos a su pierna, empezaba a gritar aún más”, cuenta Rebecca. En las dos salas de emergencia a las que fueron ese día no lograron darles respuestas, y la familia se vio obligada a esperar hasta el lunes para consultar a un ortopedista. Después de examinar a Joey, este les dio un diagnóstico desgarrador.
“Nos dijo: 'Es el peor caso de pseudoartrosis que he visto. Debería amputársela'”.
La pseudoartrosis es una afección de la parte inferior de las piernas, por la cual la tibia se dobla y se fractura. Con el tiempo, puede causar complicaciones como diferencias en la longitud de las extremidades, rigidez en las articulaciones y más fracturas.
“Estaba anonadado. Estaba devastado”, expresó. “Pensaba: '¿No tenemos otra opción?'. Me negaba por completo a aceptarlo”.
Y no lo aceptó.
'Dr. Google'
Se fue a su casa con su bebé y, tal como contó, recurrió al “Dr. Google” para buscar alternativas a la amputación. El médico del buscador le devolvió el nombre de Perry Schoenecker, M.D., en los Hospitales Shriners para Niños de St. Louis. Menos de un mes más tarde, Joey, Rebecca y su hija Isabella, que por entonces tenía 2 años, cruzaron el umbral de la puerta del hospital por primera ve
“El Dr. Schoenecker nos presentó enseguida un plan que no incluía la amputación”, dice Rebecca. “Nos dio esperanza”.
El médico le advirtió que tenía un camino difícil por delante, pero que la necesidad de amputación no era un hecho definitivo. Ese día, cuando la familia salió del hospital, Joey tenía una férula que le quedaba mejor que la anterior y la expectativa de una cirugía mayor cuando sus huesos estuvieran suficientemente fuertes para sostener el implante que el Dr. Schoenecker tendría que colocarle para estabilizarle la pierna.
Ya eso solo era maravilloso, asegura Rebecca, pero no fue lo único del Hospital Shriners que la impresionó en aquella primera visita.
“Todos fueron muy afectuosos y amables”, dice. “La enfermera buscó distintas maneras de vincularse con Joey. Entretuvo a Isabella. Se preocuparon por todos nosotros como familia”.
La adversidad, oportunidad de crecimiento
A Joey le realizaron su primera cirugía poco tiempo después de su primer cumpleaños. Desde entonces le han hecho muchas más. ¿Cuántas?
“Oh, caramba. Déjame pensar. Yo diría un montón.” Expresó Rebecca. “Ya perdí la cuenta”.
Con cada cirugía, la pierna de Joey que habían dado por perdida iba adquiriendo mayor estructura y fuerza. Hoy, a los 13 años, Joey es un niño al que le encantan las matemáticas, los videojuegos y el fútbol, y que valora la atención que ha recibido en el Hospital Shriners desde que tiene memoria.
“Creo que hoy no podría caminar si no hubiera recibido ese tipo de atención”, señala.
Eso no significa que haya sido fácil. Además del dolor físico por las cirugías, debió superar el dolor emocional provocado por algunos niños de su edad que veían una férula y pensaban: “Es diferente”. “Diferente”.
“Algunos niños no querían ser mis amigos”, recuerda. “Eso fue difícil”.
Pero la adversidad contribuyó a formar su personalidad y lo convirtió en una persona que los adultos admiran.
“Los maestros dicen que es el niño más empático de la clase”, cuenta Rebecca. “Cuando alguien está triste o no se siente bien, él lo ayuda. Hace payasadas frente a ellos solo para hacerlos reír. Recuerda qué lo hacía sentir mejor cuando sentía dolor o tristeza, y aprovecha las experiencias de su propia vida para hacer sentir mejor a los demás”.
Un futuro brillante
En la escuela, Joey no solo muestra una sensibilidad fuera de lo común. Además... bueno, se podría decir que es brillante. En séptimo grado, demostró ser tan inteligente que le pidieron que hiciera el examen ACT, gracias a cuyos resultados recibió una invitación para un prestigioso internado... una oportunidad que sus padres decidieron rechazar por ahora. Hoy, ya en octavo grado, estudia ciencias físicas y toma clases de alemán para ganar créditos de secundaria.
Sigue usando una férula y deberá seguir usándola, por lo menos, hasta que deje de crecer, aunque parece que no será necesario realizarle más cirugías. En lo que respecta a su futuro, tiene un objetivo que espera poder cumplir cuando reciba los resultados de la radiografía la semana próxima.
“Espero algún día sanar del todo y no tener que usar más esta férula”, dice. “Esa es mi esperanza”.
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