Un payaso para pacientes de St. Louis con un gran corazón
Robert Gale lleva entreteniendo a todos como payaso desde hace 49 años. Se convirtió en payaso Shriner en 1973 en Syracuse, Nueva York, donde obtuvo su licenciatura y maestría en ingeniería química.
A lo largo de su carrera profesional, se transfirió al templo del Santuario Tigris al Santuario Hadji en Pensacola, Florida y luego al Santuario Moolah en St. Louis.
Ahora retirado, en la ciudad lo conocen como "Robby el payaso". Lo encontrarán en desfiles, el circo, eventos y, lo que es más importante, entreteniendo a los pacientes en el Hospital Shriners para Niños St. Louis.
“¿Qué se necesita para ser un payaso? Se necesita una sonrisa. Uno tiene que hacer esto por los demás, no por uno mismo”, comentó Robby.
Él aprendió esa lección durante su primera visita a un hospital Shriners Children's.
“Cuando estás almorzando pollo con un niño que está comiendo con los pies porque no tiene brazos, aprendes desde el principio que tu trabajo es mantenerte en el personaje y entretener”, comentó. “No puedes emocionarte demasiado con lo que estás viendo. Nosotros, los payasos, estamos con los niños para que puedan divertirse y para que no sientan estrés por su tratamiento”.
Robby el payaso está emocionado de volver a estar frente a los pacientes una vez que sea seguro y disminuyan las restricciones por la COVID-19. Sabe que hay otra generación de sonrisas que aún tiene que descubrir.
En cuanto al legado de los últimos 100 años de Shriners Children's, Robby dijo que la prueba está por todas partes.
“Hay tantos adultos allá afuera que alguna vez fueron nuestros pequeños pacientes y muchos no lo saben”, dijo con una sonrisa. “Y no saben que eran nuestros pacientes precisamente porque hicimos un buen trabajo al brindarles atención. Ese es el testamento de Shriner's Children's”.
Robby el payaso tiene 71 años. Puede que se mueva un poco más lento que cuando comenzó a hacer entretener como payaso hace casi cinco décadas, pero no hay que descartarlo. Robby planea seguir entreteniendo a los pacientes durante los próximos años.
“Seguiré siempre que pueda pintarme la cara y hacer reír a un niño”, prometió Robby.
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