Nuestros conductores Shriner: Grandes Embajadores de nuestro hospital y nuestra atención
Transporte para pacientes y familiares: Entienda la motivación para estos Shriners.
Todo comenzó en 1996 cuando Del Dumoulin era potentado de los Shriners de Karnak en Montreal. Él y sus colegas decidieron que el transporte de pacientes sería una excelente manera de ayudar al hospital, al mismo tiempo que brindaban a los Shriners la oportunidad de conocer a los pacientes a los que estaban ayudando a través de la recaudación de fondos u otras actividades comunitarias. En 1998, solo dos años después del comienzo de los servicios de traslado Karnak, cuatro de las divisiones de Shriners del noreste donaron el primer automóvil. Hoy en día, incluso existen más divisiones Shriners que están apoyando los servicios de transporte y sus nombres están escritos en la camioneta para el transporte de pacientes de Karnak, como en el primer automóvil.
Cuando se le preguntó si le gustaba llevar pacientes, Emile Chaikowsky se rió y respondió: “Bueno, ¡no sería voluntario desde 1996 si no me gustara!”. Del Dumoulin, Emile Chaikowsky y Mike Olinik lo admiten: ¡No es un trabajo: es un placer! Tanto ellos como todos los conductores que aún nos quedan conocer tienen muchas historias que contar.
“Recuerdo que una vez”, dijo Del con una gran sonrisa, “recogí a un niño que venía de México en el aeropuerto de Mirabel. Ese día nevaba mucho, y él nunca antes había visto la nieve. Luego de ver la expresión de su rostro, paramos el auto. Allí estábamos, con este niño que tenía las piernas envueltas en un barril, sin poder caminar, teniendo una pelea de bolas de nieve. Pero lo mejor es que dos años más tarde, después de varios tratamientos, el mismo niño estaba corriendo de un lado a otro en el hospital lanzando una pelota de fútbol y pasándolo bien.”
“Eso es ser un Shriner”, explicó Mike Olinik. “Ser un Shriner no es solo participar en desfiles, circos y conducir autos divertidos, tiene más que ver con hacer algo que hace que uno se sienta bien mientras brindamos ayuda a los niños”. Mike ha estado recogiendo niños y familias en el aeropuerto desde 2002. Piensa que es un privilegio conducir el automóvil del hospital. Ver el ciclo completo del camino de un paciente es gratificante.
Mike hizo muchos amigos a lo largo de los años. Hoy en día, él recoge familias en específico y que lo solicitan cuando visitan el hospital. Mike recordó: “Estoy pensando en este niño... Joshua. Él tenía unos 3 años cuando llegó por primera vez a Canadá con su madre. Ellos eran de California. En aquel día en particular, se estaban realizando muchas obras dentro del aeropuerto. Yo esperé. Estuve esperando por más de una hora y media hasta que comencé a preguntarme: ¿Sigo esperando o me voy? ¡No lo sé!”
Mike continuó: “Entonces vi a alguien del Área de Inmigración de Canadá. Me acerqué y le dije: Soy un Shriner, sé que no puedes darme ningún tipo de información personal; pero si te muestro el nombre de la familia, ¿podrías decirme si debo irme o si sigo esperando? Unos 10 minutos después, recibí una llamada. Atendí y me dijeron que podía quedarme un rato, que llegarán pronto. Cuarenta y cinco minutos después, llegaron. Allí estaban Joshua y su mamá. Ella estaba muy agradecida. Debido a que era su primera visita, el personal de inmigración los había interceptado. Esta mujer, que nunca me había visto en mi vida, me estaba abrazando. ‘Gracias por esperar. Gracias, gracias.’ Desde ese día, los sigo recogiendo. Hoy en día, Joshua tiene 22 años. Asiste a la universidad en Omaha. Tiene la enfermedad de los huesos de cristal.”
“Aún recuerdo la mejor sensación que sentí en toda mi vida. Él tenía unos 5 años. Había tenido un par de cirugías de más pequeño porque no podía caminar y usaba un andador. Sin embargo, aquel día cuando lo estaba recogiendo, todo lo que escuché fue ‘¡Mike!’ y corrió hacia mí, saltó a mis brazos y me dijo: ‘Mike, estoy tan contento de que estés aquí’. Y fue entonces cuando mi corazón se derritió como un pedazo de mantequilla en una sartén”, comentó Mike.
Mike continuó: “Los Shriners recogen a los niños en el aeropuerto los siete días de la semana. Además, todos los días, el hospital cuenta con Shriners que son conductores voluntarios y que están programados para llevar a los pacientes y sus familias a citas externas, sus hoteles y varios lugares. Es algo que te hace sentir bien y la gente se alegra de verte aunque no te conozca. Una vez que ven el fez, saben que están a salvo. Es tranquilizador. Luego los vemos en la próxima visita. A veces podemos olvidarnos los nombres, pero recordamos sus caras. Resultan familiares. Y ellos te recuerdan.”
Del, Emile y Mike están de acuerdo: Es una experiencia muy satisfactoria. Ellos esperan continuar con este trabajo durante mucho tiempo más. Una de las mejores partes de ser un Shriner es conocer gente nueva y aprender mucho sobre la vida. Como le dirán muchos de los Shriners que participan en el programa de transporte, su trabajo voluntario les brinda la oportunidad de reflexionar sobre sus propias actitudes hacia la vida. A menudo reflexionan: “Solía pensar que la estaba pasando mal”. Pero después de conocer a estos niños que, a pesar de haber superado tantos obstáculos, siguen siendo felices y agradecidos, se preguntan: “¿En verdad es un problema?”.
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