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Cómo la educación es sanación

Flor, maestra de escuela

Durante la recuperación física de un paciente, este también está sanando de otra forma: a través de la educación. Para los pacientes del Hospital Shriners para Niños de Texas, tener una escuela en el hospital facilita una rutina reconfortante. Flor, la maestra del hospital, considera que todo comienza con unas simples preguntas. “Le pregunto al niño qué le gusta de la escuela, qué le sale bien y en qué podría necesitar ayuda. Luego adapto las clases para que sean ideales para cada uno” dijo Flor.

Flor trabaja en estrecha colaboración con la coordinadora escolar, Marja, para crear planes académicos individualizados para cada alumno. “No damos por sentado que todos los niños de determinada edad están en el mismo nivel académico”, dijo Flor. “Sobre todo porque tenemos pacientes que proceden de países con sistemas educativos muy diferentes”.

Una de esas alumnas es Jimena, de 13 años, una paciente de México. Jimena se está recuperando de una cirugía en el Hospital Shriners para Niños de Texas en la que se le corrigió la tibia vara, una deformación de pierna poco frecuente. A pesar de los desafíos de estar lejos de su casa y hacer rehabilitación, Jimena no se olvida de su educación. “Cuando llegué aquí, me preocupaba perderme muchas clases”. “Pero mis profesores me mandan las tareas y Flor me ayuda, así que todo está bien”. Además de las tareas escolares principales, Jimena también disfruta de las actividades complementarias que Flor le ofrece.

Cuando llegué aquí, me preocupaba perderme muchas clases de la escuela. Pero los profesores me mandan las tareas y Flor me ayuda, así que ya no estoy preocupada.
Jimena, paciente, Hospital Shriners para Niños de Texas

Por supuesto, en sus clases Flor cubre materias básicas como matemáticas, lectura y ciencias, pero también incluye actividades creativas, como el armado de volcanes de bicarbonato de sodio y proyectos de arte, para que el aprendizaje sea siempre entretenido. Jimena, a quien le gusta pintar y hacer pulseras, entiende ese equilibrio. “Me encanta pintar naturaleza, y ahora estoy trabajando en un cuadro de un Shriner y una niña caminando por la playa”, dijo.

Más allá de lo académico, Flor también incorpora estrategias de aprendizaje socioemocional a sus clases. Sabe que muchos de sus estudiantes tienen algún desafío emocional que viene ligado a su recuperación física. “Trato a los niños como si estuvieran en la escuela, no en un hospital”, dijo Flor. “Bromeo con ellos y los redirijo, tal como lo esperarían en un aula”. Flor es hablante bilingüe de español y eso la ayuda a conectar con estudiantes que puedan sentirse fuera de lugar. “Me identifico mucho con mi propia infancia, porque entiendo lo frustrante de que estén hablando y no entender qué están diciendo”, dijo Flor. “Les digo a los estudiantes: ‘Avísenme si lo estoy diciendo mal’, y eso les da una sensación de empoderamiento. Les hace sentir que también pueden enseñarme algo”.

De cara al futuro, Flor y Marja esperan hacer participar más a los estudiantes, con excursiones a museos y bibliotecas. Por ahora, Flor sigue comprometida a brindar la mejor educación posible a cada estudiante. “No se trata sólo de evitar que se queden atrás”, dijo. “Se trata de darles algo que esperar, algo que les haga sentir que no se están perdiendo de cosas en la vida”.

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