El resurgimiento de un hermoso cisne
Hace 43 años, una cirugía de escoliosis le dio a Shari la posibilidad de un futuro que hoy disfruta al máximo.
Corría el año 1979, y Shari, de 11 años, era una niña abatida.
Con la columna vertebral tan curvada por la escoliosis que le costaba levantar la cabeza para mirar hacia adelante, era el blanco constante de las burlas de sus compañeros de clase.
“Me pateaban Me escupían”, contó, y aún hoy, 43 años después, le costaba contener las lágrimas. “Me decían que parecía un monstruo. Y supongo que era cierto”.
Pero entonces los Hospitales Shriners para Niños de St. Louis llegaron a su vida gracias a un programa de detección de escoliosis realizado en Grand View Middle School, cerca de su casa en Ware, Missouri. Aunque los que los visitaron eran médicos y enfermeros, Shari los llama de otra manera: “Mis ángeles”. “Mis ángeles”.
Dos semanas después, Michael Winer, M.D., le había realizado a Shari una cirugía mayor para enderezarle la columna vertebral. Le insertó dos varillas, un implante que hoy sigue teniendo. Y después Shari pasó un año con un yeso en todo el torso.
Su vida cambió.
“Dejé de ser un patito feo para convertirme en un hermoso cisne”, contó recientemente desde su casa de St. Louis, donde se recuperaba de la COVID-19. “Empecé a ser popular. Hice tantas cosas... Jugaba al vóleibol. Participaba en todo”.
Y aún más: vivía.
“Si esos ángeles no hubieran venido a mi escuela ese día, hoy estaría muerta”, sostuvo. En efecto, la escoliosis puede causar un daño mortal a los órganos internos, sobre todo a los pulmones, y si bien Shari no salió totalmente indemne, vive su vida sin limitaciones.
Y hoy quiere retribuir de alguna forma. Mientras miraba la reciente cobertura del teletón Heroes 4 Kids en KMOV, no pudo evitar el llanto. Llamó al hospital y preguntó si podía colaborar como voluntaria. Debido a la pandemia de la COVID-19, no pueden ir voluntarios al hospital, pero Shari quiere comenzar a difundir un mensaje de esperanza a los pacientes actuales y futuros.
“Quiero que sepan que es normal tener miedo”, dijo. Pero mírame. Mira mis cicatrices. No será fácil. Pero estarás bien”.
Cuando el hospital pueda volver a recibir voluntarios, Shari planea ser una de las primeras en ir. Quiere hablar con los niños que están por someterse a una cirugía, para apoyarlos durante su recuperación. Quiere participar en la labor especial de los Hospitales Shriners.
“Todos fueron tan cariñosos conmigo cuando estuve ahí. Fue un esfuerzo conjunto. Sí, ya pasó mucho tiempo, pero jamás lo olvidaré”, aseguró. “Soy la prueba viviente de que los Hospitales Shriners salvan vidas”.
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