Diego: Pasión por el deporte al extremo

El Hospital Shriners de México ha sido fundamental en la formación de Diego, tanto física como emocionalmente. Todo en su conjunto ha sido un escalón que lo ha impulsado para ser el joven exitoso que es hoy en día.

La historia de Diego comienza cuando sus padres notaron que su pierna era distinta, por lo que decidieron buscar un ortopedista. Gracias a esta visita, fue como su familia se enteró de la atención del Hospital Shriners.

Cuando Diego cumplió los tres años tuvo su cita de primera vez en el hospital, donde tras una evaluación médica, se determinó que la mejor opción para él era amputar su pierna por debajo de la rodilla, pues esto lo ayudaría a tener una mejor calidad de vida.

Tras la operación hubo que esperar seis meses para poder adaptarle una prótesis, para lo cual fue necesario hacer otras cirugías. “Durante este tiempo en el Hospital Shriners de México me trataron muy bien, me mimaron y tuvieron mucha paciencia conmigo”.

Por ese tiempo, Diego comenzó a practicar el deporte que hasta hoy en día realiza y le ha dado muchas satisfacciones, el BMX (Bicycle MotoCross) por sus siglas en inglés. Que se refiere a la disciplina de ciclismo que se practica en bicicleta tipo cross.

Gracias a que pudo recibir su prótesis, Diego continúa practicando este deporte, ha ganado medallas y se convirtió en un atleta de alto rendimiento entrenando tres veces por semana en el gimnasio y cuatro veces por semana en la pista.

“El haber pertenecido a esa gran familia me hizo sentirme protegido, seguro y cuidado, lo que de alguna forma fue repercutiendo en mi seguridad y aceptación. El hecho de saber que no era el único niño, y hoy adulto, con una discapacidad; saber que todo el equipo médico estaba para mí y que siempre buscarían la mejor alternativa para solucionar los problemas que se fueran presentando a lo largo de mi desarrollo, me permitió tener la seguridad para hacer lo que yo soñaba, ser activo y desarrollarme con normalidad”, comenta Diego.

Diego expresa que fue gracias al apoyo que recibió del Hospital Shriners que tuvo una infancia feliz y normal que le permitió convertirse en lo que es hoy, un joven de 19 años, que hace el deporte que ama, estudia la carrera de terapia física como siempre soñó, tiene una novia a la que quiere mucho, pero, además, una persona que lleva una vida normal como cualquier otra persona.

“Por eso no me queda más que agradecer eternamente a todo el personal de este maravilloso hospital por darme tanto a mí, como a todos los niños que atienden, una oportunidad más en la vida”, concluye Diego.